Hace poco fui de vacaciones a Yucatan. A Mérida y Valladolid.
Pero te platico solo de Valladolid.
Buscamos hospedaje con Airbnb. Había muchas opciones que nos gustaban. Pero solo deje tres opciones.
Solo tres opciones, ¿Por qué tres y no cuatro o dos? No lo sé.
El tres tiene algo mágico que hace que nos guste más. En todo lo que compramos.
Busqué las ubicaciones de las casas enteras para rentar en google maps. -por que Airbnb no te da ubicación exacta hasta que reservas-.
Con las fotos del exterior y de sus alrededores di con la ubicación de un par de ellas.
Extraordinariamente, dos de ellas estaban en la misma calle, una al lado de la otra. En una calle que hacía cerrada. Una casa entera en renta a precio de habitación de hotel.
Y te diré esto que suena raro: eran diferentes pero muy parecidas.
Y teníamos que elegir una de las dos.
La tercera opción la descartamos por no tener cercanía al centro y ni lugares para comer.
Soy fan de la comida tradicional mexicana, el pan dulce y de descubrir lugares nuevos para comer.
Elegimos la de la izquierda -de pie, viéndolas de frente-. La de la izquierda. La de la derecha tenía piscina más grande y más velocidad de internet. Pero elegimos la de izquierda.
¿Por qué?
Simple. Por uno de los principios de la persuasión que se aplica de forma habitual e inconsciente. La prueba social. Te lo explico.
Ambas casas tenían opiniones y calificaciones naturales. De las que no suenan a que las hizo el compadre, amigo del dueño o la familia.
Eran de personas reales, sin embargo, la casa de la izquierda tenía comentarios que iban más allá de los que un anfitrión en promedio hace.
Opiniones como esta -copio y pego- “Super atentos, buenas recomendaciones, nos llevaron a ver un cenote y el día de la entrega de la casa el señor muy atento nos llevo al ado, super recomendados” -Escribió Elizabeth de Veracruz
Lo primero que pensé de este anfitrión fue:
Si estos detalles los hace normalmente, también se van a interesar por mí. Seguro hará placentera mi estancia.
Me va a recomendar dónde comer rico y dónde no, barato, regular o caro. Cerca o lejos y dónde visitar. Me van a facilitar la estadía. Y opté por su estancia.
¿A qué va todo esto? Un servicio mas allá de lo común vende. Seguro. Y vuelve a vender.
Se recuerda. Siempre.
Siempre piensas primero en este servicio por encima de los otros. Cada que el usuario necesite un servicio o producto se acordará de ti.
Porque tuviste tiempo de escucharle. Sentirse tomado en cuenta. Explicarle beneficios que tendrá cuando use tu producto o servicio. Le facilitaste la vida.
Aunque se vaya por precio a otro lugar regresará por tu trato. Regla simple, comúnmente olvidada por muchos de nosotros.
Te lo resumo en esta frase que leí por ahí.
El cliente que se va por precio, volverá por servicio. Mientras el que se va por mal servicio, no volverá por ningún precio.
Siempre. Así funciona. No se va a acordar del mas barato cuando recibe un estupendo servicio. Tal vez, pero volverá por el trato.
Yo lo hago siempre. Busco al médico que mejor solucione mis males. Sea hospital privado o del doctor Simi. Elegimos al que da la solución que más nos conviene.
Igual sucede para una Gasolinera. Restaurante. Agencia de viajes. Seguro. Abogado. Funeraria. Contadores. Colegios. Hoteles.
Si das un servicio más allá de lo que el cliente espera ¡felicidades! Estas yendo por el camino largo. El que no es fácil. Y que muchos evitan porque quieren dinero rápido.
Sin embargo, al final te recompensa con lealtad de clientes. Y ventas.
Así que
Busca la forma de ser una casa del lado izquierdo.
- Da un servicio más allá de lo común -lo común lo hace cualquiera-.
- Escucha a tu prospecto y a tu cliente. Siempre queremos hablar primero para decirle beneficios. Lo que vendemos y perdemos oportunidad de saber qué desea en lo profundo.
- Elimina sus miedos con tu servicio, dile cómo se sentirá con tu servicio o producto y el beneficio que tendrá en su vida. Familia. Entorno. Y te comprará.
- Y les dirá a los demás.
Si haces todo esto no será fácil al principio tal vez. Pero vale la pena ser una casa izquierda.
El buen servicio se recuerda por mucho tiempo. Mucho más que el precio.
Nuestra anfitriona en Valladolid nos recomendó lugares locales para comer, cenar y desayunar. Sabrosos. Con precios por mucho, menores a los “restaurantes nice” y con mejor sabor y sazón. Así como debía de ser la comida típica de Valladolid. Y no te digo que el dinero nos rindió más.
También nos recomendó a que sitios arqueológicos ir, a los que aún puedes subir y trepar, que además de poco visitados, son tan grandes como Chichén Itza. El chiste era saber la hora y ruta para cada lugar.
Así que. Preocúpate por ser como la casa del lado izquierdo. Da un poco extra de lo que haces. Si ves que algunos clientes se van por el precio. Ese no es tu cliente.
Por si te interesa, hago sitios web que hacen sentir a tus prospectos que tienes un servicio como el de la casa izquierda. Sin embargo no es para todos los negocios, es solo para negocios que quieren ser intrépidos y diferenciarse. Aquí Intrepid.mx/sitios-web
P.D2. Un sitio web le enseña a tu prospecto la ruta para obtener lo que tu haces.